Fuimos más por el concierto y la terraza de verano, que por otra cosa, y nos encontramos un excelente nivel gastronómico en los platos. Parece ser por lo que vimos en redes y luego no en carta que le están dando aun vueltas a la carta. Se ven propuestas interesantes y probamos en concreto las croquetas (buenas, aunque un pelín frías), el tartar de salmón (bueno, aunque se le puede dar alguna vuelta al sabor), el lomo de orza con salmorejo, (bueno, pero que precisa de un corte mas generoso en su ancho, un poco de sal y mas contundencia en la base de salmorejo) y por fín llegamos al bacalao dorado, qué nos pareció un plato excepcional, muy conseguido y de los que dejan ese buen sabor de boca que te haría repetir un sitio solo por el plato. Por lo demás, camareros amables y prestos a aconsejar (con la excepcion de algún novato al que le perdonamos que tirara alguna vez la bandeja y quisiera retirarnos el tartar sin preguntar y sin acabar). Precios en la linea habitual postpandemia de subida injustificable (hay que buscar otras fórmulas para no repercutir los problemas de la Hostelería al cliente, o éste dejará de venir), aunque aquí se justifica con el espectáculo del concierto de cada noche (que es gratis). En general y para resumir: bonita experiencia para una noche de verano (veremos en invierno) que vamos a repetir, y vosotros deberíais probar.

En un palabra... delicioso!. Tanto los platos como los postres. El trato exquisito y el entorno maravilloso. Y los sábados música en directo... qué más se puede pedir???!