La comida y la atención es muy buena. La temperatura adentro es agradable.
A veces hay una camarera que pasa a cada rato preguntado si hemos terminado y eso nos hace sentir presionados. Como solo si tuviésemos que comer e irnos pero por todo los demás perfecto.
Vinimos con niños y ellos contentos porque tuvieron un detalle al acabar la cena en forma de regalito además de pinturitas y un mantel con pasatiempos mientras esperábamos la comida. El camarero fue muy atento, amable y servicial. La comida no nos llegó a gustar tanto como otras veces, pero es lo que pasa cuando te atienden bien, con cariño y esfuerzo, que dejas pasar fallos en la preparación de algún plato porque en general no ha estado tan mal la experiencia. Para la próxima no pediremos los fingers de pollo que estaban crudillos por dentro, la primera ración y la segunda que pedimos algo más tarde, también.
He vuelto después de bastante tiempo y muy bien todo la verdad , me gusta la idea de que hay entrantes de media ración , el costillar buenísimos y mi búfalo chickem también
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