Fuimos el sábado a cenar y al principio un poco mal por qué tardaron bastante en traernos la bebida y también en tomar nota de lo que queríamos de tapas.
Tenían muchísimas mesas, creo que a veces hay que quitar número de mesas para dar un mejor servicio a los clientes a los que si puedes llegar.
Pedimos de tapas sepia plancha, calamares romana, puntilla y pan tostado con ajoaceite y tomate rayado.
Todo bien de cantidad y bueno excepto la sepia.
Estaba buena de sabor pero era muy muy pequeña. Daba un poco de vergüenza el plato para lo que vale.
El precio de todo es básicamente como todos los restaurantes de la zona, todos están al mismo precio euro arriba, euro abajo.
El camarero va corriendo por los pasillos por qué no llega a todo.
Repito, si en vez de 30 mesas tienes 25 pero esas 25 están bien servidas, mejor que mejor.
De cine.
Llegamos tarde a cenar pensando que no nos darían nada y para nuestra sorpresa nos pusieron tapas con las cervezas.
La comida abundante y muy rica , el servicio muy atentos y simpáticos de 10.
Buen bar- restaurante, pero un desastre con el servicio. Haremos otro intento, a ver si la dirección se anima a contratar a más personal y más profesional: parece que le haces un favor a la camarera, después de unas esperas interminables y con caras poco gratas. Aunque,
si se ve objetivamente, la pobre no tiene la culpa: sola para un montón de mesas y dependiendo de una cocina lenta. Un buen lugar, que lo estropea la falta de dirección, atención y profesionalidad. Les animo a arreglarlo, porque pueden hacerlo y valdría la pena.
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