Una de las encantadoras azoteas con terraza que proliferan en Madrid. Fantástica en los días más calurosos del verano para ir a cenar a la puesta del sol. La carta y la calidad de los platos muy conseguida. Buen producto y elaboración. Recomiendo el pulpo. Luego es una buena idea tomarse un cóctel un piso más arriba.

Las vistas de la Gran Vía son espectaculares desde el restaurante y el ambiente es fantástico. Nosotros acudimos un sábado a la hora de comer a la terraza, que es muy agradable y fresca, pues cada mesa cuenta con sombrillas para protegerse del sol. En cuanto a la comida, ofrecen una amplia variedad de platos, con información sobre alérgenos. Nosotros pedimos varios entrantes para compartir y todos estaban muy ricos. Las cantidades son algo escasas para compartir, por lo que cada plato sabe a poco. Sin embargo, dada la calidad de la comida, el precio no puede considerarse demasiado elevado. Para 3 comensales pedimos: - Buñuelos de bacalao con crema de ajo negro: nos dejaron algo indiferentes. - Huevos rotos de cigala, trufa y jamón ibérico: un plato clásico, con un toque especial y delicioso. - Marinado de salmón con yema curada, crema de queso gallego ahumado y encurtidos: muy rico - Pulpo a feria con cachelos: receta tradicional, exquisito. Y de postre: - Coulant de tarta de Santiago, teja de almendra y agua de romería: muy innovador. Lo recomiendo. - Cookie XL, frambuesa, pistacho, cítricos y garrapiñados (ellos lo recomiendan para 2 personas, pero incluso para 3 está fenomenal!): receta muy elaborada, pero no lo recomiendo especialmente. Además, junto con el postre nos sirvieron una copita de té frío, que nos pareció una muy buena forma de cerrar la comida. En cuanto al servicio, hubo de todo, aunque en general nos atendieron bien. Lo que no nos gustó fue que cerrasen la cocina a las 15:30, lo que nos obligó a pedir demasiado rápido.