Restaurante en una ubicación buena y tranquila.
Aunque hay que estar un poco atento en el pueblo pues el cartel que lo indica no sé ve mucho.
Hicimos parada para comer. Hay que subir hasta un alto, con buenas vistas.
Posibilidad de comer en la terraza que tiene una mesa pequeña. Menú del día a buen precio. Bocadillos. Platos combinados y carta. Todo casero.
Comimos una tostada de escalivada y de segundo longaniza, que estaba muy buena.
La mayoría de postres caseros. Flanes y arroz con leche buenísimos.
Nos atendieron muy rápido y fueron muy amables y simpáticos con nosotros. Trato inmejorable.
Un lugar encantador. Unos menús que nos sorprendieron por su calidad-precio. Los canelones de calabacín en especial muy buenos. Y la presentación de los platos muy cuidada. Totalmente recomendable.
Muy buen trato, gracias por permitirnos entrar con nuestra perrita. La comida tenía la calidad esperada ....
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