¡RE-CO-MEN-DA-DÍ-SÍ-MO! Lugares que descubres por sorpresa y ya marcas como 'de referencia' imprescindible. Situado dentro del polígono industrial de San Isidro. Entras y la decoración y el mobiliario te dicen que se escogió con cariño. Entra luz natural por sus cristaleras y la música está a un volumen razonable ¡sin ser reggaeton! Lo mejor es el ambiente que se respira: sus trabajadores siempre sonríen y se nota que están a gusto desempeñando sus tareas y tratando de que disfrutes del rato que pases ahí. Nada tiene que envidiar a un café coqueto de la capital. Es más, diría que es muchísimo más acogedor que muchos de ellos. Tiene terraza pero yo prefiero el interior. El menú es sencillo pero casero. Buena materia prima. Presentan los platos con toque chic y fresco. Delicioso por 9€. El café es bastante bueno, 1.30€ pero la taza es abundante y puedes elegir entre diferentes leches vegetales dentro del precio. Perfecto para acompañar con alguna de las delicias dulces que se preparan en el mismo local y a vista de todos tras la vitrina cuando el pastelero (Rafa, un encanto y muy apasionado de lo suyo) está.
Los salados: sólo he probado el bocata de jamón a 3.80€ (mejorable el corte pero se nota la calidad del producto) y el de pasta de pollo con aguacate, mucho mejor.
La repostería es rica, sólo he probado los queques pero aún me faltan esas tartas cuya decoración es de portada.
¿Volvería? POR SUPUESTO.
Un lugar digno para parar a desayunar de camino al norte de Gran Canaria.
Tartas, bocadillos, zumos naturales, cafés, etc.
Muy recomendable
Lugar maravilloso, acogedor, buen ambiente , calidad del café exquisita, volveremos sin duda.
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