Valdenvira es 1* Michelin de manual y, aunque aún no la tiene, estoy casi seguro que en nuestra próxima visita (porque la habrá), dispondrá ya de dicha distinción. El entorno es impresionante, ubicado en un espectacular convento del S. XVI. A la llegada, te reciben en medio de un “patio” central con una copa de manzanilla, que es el preludio de una experiencia gastronómica genial. Un menú bastante denso (impactado me quedo con algunos comentarios sobre la supuestamente escasa cantidad de comida) que empieza con unos aperitivos menos “intensos”, pero que dan paso a un menú sencillo pero complejo a la vez, con un muy buen producto y sabores equilibrados. Me resulta incluso complicado quedarme con algunos pases, porque hay mil: el pañuelo de calamar, la acelga, el mole, el eclair de perdiz, el boquerón (plato que está en “pruebas” y que es formidable), la corvina (locura fuera de carta), el flan de avellanas y shitake, el canelé… Casi todo el menú es maravilloso, incluyendo un pan con un aceite para chuparse los dedos. Mención especial también para un servicio extraordinario y unos vinos con los que mi pareja salió encantada. Esta fue mi única pena de toda la comida, no poder beber vino por tener que conducir. Recomendadísimo. Nos vemos en 2024, esta vez con maridaje 😊🍾