Nos acercamos por su exquisito escaparate, al entrar nos transportó en el tiempo la decoración de la pastelería, muy delicada y elegante.
Nos atendieron muy bien, la hija del fundador, una señora encantadora, y el hombre que había en el mostrador.
Además de las yemas compramos pasteles, a destacar lo buena que está la crema de los rellenos.
Pasteleria de las de antes. Los precios son de los mejores de la ciudad. Todo lo que puedes comprar dentro tiene una pinta increíble, lo difícil es escoger. Como opción clásica están las yemas de Ávila, que no llevan ningún tipo de harina, así que son SIN GLUTEN ,ni lácteo. Además están deliciosas y jugosas. Lo que nosotros probamos estaba todo riquísimo.
Una pastelería bastante grande, elegante y de historia, con gran surtido de todo tipo de dulces. También se venden pequeños recuerdos, bebida de la nevera, mermeladas, embutidos de Ávila, empanadas saladas (de bacon y queso, de pollo…). Estando en la Plaza del Mercado Chico se encuentra muy fácilmente. Hay otra en la Plaza de Santa Teresa de Jesús también. Si queréis probar las auténticas Yemas de Ávila, os recomiendo comprarlas aquí, en una de estas dos pastelerías. Se venden en cajas de diferente tamaño (6, 8, 12… piezas), también aptas como regalo. Servicio muy amable y servicial.
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