Comisqueros Blog de cocina
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Experiencia muy gratificante la del Silabario. Más de 1000 km de viaje, “hechos a propósito” , para probar su cocina y, sinceramente, ha valido la pena. Desde el mismo instante en que entras por la puerta se nota la dedicación que ponen en cada detalle. El servicio fue atento y muy profesional, guiándote a través de un viaje culinario que despierta tus sentidos. Cada plato era una obra maestra en términos de sabor, presentación y creatividad, cuidando el producto al máximo. El lugar, un privilegio, con vistas increíbles. Sin duda una experiencia de lo más recomendable que espero pueda repetir.
Fuimos a comer y en vez del menú, preferimos pedir de carta. Algunas cosas se les habían acabado. Las anchoas estaban muy buenas y la pipirrana de tomate negro ahumado con bonito, la presentación muy bonita y de sabor muy rico. El gallo de Mos estofado muy lento con su ravioli de chilindrón espectacular. De postre pedimos el tocino de cielo que también estaba muy rico. El servicio muy atento y bien organizado.
Ha sido una experiencia increíble. El sitio es precioso, en un ático acristalado con vistas a la ría y a buena parte de la ciudad. Y eso es lo de menos, porque una vez pruebas la comida, las vistas solo son un añadido. Todo delicioso. Sabores increíbles. Nos ha encantado que se preocupan en buscar productos de la zona y además en muchos de los platos viene el propio chef a la mesa a explicarte detalladamente el origen y la inspiración de cada uno. Sencillamente un servicio impecable, muy buen trato, y para haber sido mi primer estrella michelín, una experiencia sin igual y mereció la pena haber cogido el menú más elaborado (y más carillo). Delicioso. La cuenta (con copas de vino y agua) fue de 340 euros (aproximadamente) para dos personas. También he de decir que fue por un aniversario jajajaj Gracias al chef por todo.
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