La sencillez hecha virtud. Muy recomendable para comer sin exageraciones y sin banalidades tampoco.
Para los amantes de los huevos.. Excelente.
Pedro Bautista Martín Muñoz
+5
Ayer mi querida esposa, conocedora de mi pasión por los huevos (de gallina, básicamente), me llevó al garito definitivo: “Casa Tino”, en Valladolid. Rústico, sin pretensiones, auténtico. Y donde no hay que devanarse la cabeza con la carta, que no existe. El camarero te informa: “de primero, una ensaladita (riquísima) y, de segundo, ¿cuántos huevos quiere? ¿uno o dos? (yo quería más, pero bueno). Despachada la apetitosa ensalada (nada de lechuga, todo cosas ricas), te presentan tus huevos, acompañados de deliciosas patatas fritas. Cuando comprobé que, además, servían un plato con chorizo, lomo y tocino, se me saltaron las lágrimas. No besé al amable tabernero porque soy poco efusivo, austero y comedido, como buen castellano. De postre (¡hay postres!), un arroz con leche casero de verdad, cocido como Dios manda. Pedí hasta un café, con la esperanza de que fuera de puchero, pero me lo trajeron de máquina. Luego nos dedicamos a patear la ciudad: fría (de temperatura), tranquila, apacible, histórica. Sumamente recomendable; imperativo si te gustan los huevos.
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