Fuimos a cenar por San Valentín. El trato no pudo ser mejor y la comida estaba excelente. Fue una lástima que ya se había acabado la temporada de la trufa por lo que no pudimos probar ningún plato fuera de carta que llevará este ingrediente. Pero seguramente volveremos para probarlos.
Tiene gran aceptación y fama por sus arroces, en distintas variedades según el plato, cocidos al punto perfecto. Desde una tradicional paella valenciana, hasta un memorable arroz meloso con rodaballo, alcachofas y carabineros, entre otros ingredientes, que me ha cautivado en esta visita.
Un estilo de cocina que denota sinceridad, y un punto de creatividad muy medido y sutil, sin extremar ni descontextualizar y una presentación impecable.
Restaurante excelente. La comida y el servicio un 10. Es pequeño, por lo que no puedes ir con prisa para que te atiendan, pero es muy acogedor y de barrio. Comimos muy bien, recomiendo probar la paella, nosotras pedimos la del “senyoret” y estaba buenisima.
Muy recomendable.
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