Fuimos de cena en plan picoteo, así que pedimos seis raciones (éramos seis personas).
El comedor en el que estuvimos está decorado como probablemente desde el principio de sus días. Motivos marineros, techo bajo, mesas con mantel de tela y servilletas también de tela. Bonito no es, pero tampoco esperas que lo sea.
El camarero, que es el dueño del negocio, estuvo bien, haciendo buenas recomendaciones. La velocidad bien, aunque lo cierto es que estábamos solos en el comedor.
La comida es casera en toda la expresión de la palabra. Especialidad en pescados y rebozados. Comimos un combo de pudins (cabracho y queso), rape rebozado (con patatas panaderas y tomate), bocartes rebozados (también con patatas panaderas y tomate), ensalada de ventresca, maganos y mejillones tigres. Todo bien elaborado y sabroso (tal vez le faltaba un poco de sal al rape). Raciones de buen tamaño. De postre, tarta de limón (para mi gusto deliciosa, con mucho sabor a leche condensada), mousse de limón (también rico) y tarta de queso (diría que lo peor de la cena). Chupito enorme de obsequio al final (algo ya en desuso, pero que se agradece).
Precio comedido.
Recomendado, sobre todo para los que quieran comida casera de toda la vida.
Un gran sitio para tomar el vermut, comer o cenar, muy típico de Santander y parada obligatoria. Fuimos a cenar sin reservar y nos dieron una mesa sin problemas, pedimos la ensalada de tomates, caracolillos, bocartes rebozados y rape a la plancha. Estaba todo exquisito. Los camareros y dueños súper amables y atentos. De lujo el sitio. Siempre que vengo a santander como o ceno aqui
Pedro Jesús Garrido Picazo
+4
Entramos a este restaurante porque nos lo recomendaron unos santanderinos. Esta en el barrio conocido como Puertochico. Las anchoas estaban deliciosas, el bacalao no estaba mal pero la salsa verde era demasiado espesa. El señor que nos arendió fue muy amable y atento en todo momento. Recomendable
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