Cristina Gamarro González
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Magnífica comida familiar. Fuimos a almorzar por primera vez y fue una grata sorpresa, tanto por la calidad de la comida, como por la humanidad de quiénes allí trabajan. Verás a sus respectivas dueñas de avanzada edad al pie del cañón, concretamente encargándose de las propias brasas del restaurante y pendiente de las comandas que van marchando. La calidad de cada uno de los platos es sobresaliente, además cada uno de ellos suele estar acompañado por salsas de elaboración propia que hacen de aquel lugar un verdadero deleite. Además, tienen el detalle de recibirte en la mesa con unos entrantes y con dos porrones de vino blanco y negro. De principio a fin fue una experiencia sin parangón.
Nos lo recomendaron los chicos del Celler Bellod. Un lugar excelente, el trato de las propietarias es excelente, la comida y presentación de 10. Los aperitivos cortesía de la casa, sorprendentes.
Volveremos.
La brasa buenísima,el vino te lo ponen en un porrón blanco y otro negro ,te sirven unos entrantes a la espera de la comida ,es todo un detalle,muy buena calidad ,muy contento ,la brasa está en el comedor no huele a humo,son muy atentos en el servicio.
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