No hay visita a Salamanca que se precie, sin visita a este local. El principal motivo son sus callos, siempre melosos, picantes y terriblemente adictivos. Pero a parte, hay un montón de tapas que también merecen la pena como las bravas, las patitas o el steak tartar (pedirlo picante) a un precio de risa ya que es tarea casi imposible el salir por más de 30€ cabeza, algo extraño pero siempre agradecido. Los postres es quizás dónde bajan un escalón. Me quedo con su flan sin dudarlo.
El local 3.0 es amplio, confortable y tiene un servicio francamente simpático y especialmente atento. Saben vender a la perfección los guisos de Jorge (chef) y eso siempre suma de cara a la experiencia. Todo impoluto ... cero pegas ... ¡VAYAN!
Las bravas deliciosas y las croquetas espectaculares. Los camareros muy simpáticos y amables, nos ha encantado!! Sin duda para repetir!!
Comida excecional.... O espaço é muito giro e o staff é muito simpático!
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