Regreso a esta reseña 5 años después porque el local, siendo el mismo, ha cambiado sustancialmente en espacio (más amplio ahora), decoración (muy elegante) y carta de menú (hay más variedad). Lo que no ha cambiado es la calidad de los platos que se ofrecen, extraordinarios, ni la exquisita amabilidad del personal que atiende. El dueño, siempre atento al negocio y a sus clientes, se ha reinventado una vez más para ofrecer un lugar con encanto donde disfrutar de la buena comida.
Las cinco estrellas con las que lo valoro (ya las tenía) son un indicativo de que ha vuelto a colocarse en uno de mis lugares de referencia.
Ambiente tranquilo. Buena atención con amabilidad y servicio rápido. Los platos bien presentados y elaborados con productos de calidad. La relación calidad precio es buena, la cuenta sube un pelín pero es precisamente por el uso de esa buena materia prima y de una delicada elaboración. Merece la pena pagar un poco más.
Es interesante reservar ya que el local no es excesivamente grande.
La verdad, llevo unos 8 años viviendo en Málaga y de momento es el mejor sitio donde he comido en estos años. El sitio me lo recomendó mi jefe he hizo honor a lo lo que siempre me dice "Yo solo te mando a sitios buenos".
El local es maravilloso, muy currada la decoración y ya nada más entrar te la sensación de que estás en un buen sitio. De momento varios camareros atendiendonos pero sin agobiarte. Sabían perfectamente cuando venir, cuando preguntar, cuando retirar. Eso deja claro que estas ante auténticos profesionales.
Cuando llegó el momento de pedir, Antonio nos aconsejo perfectamente, ya que se dio cuenta que era nuestra primera vez en su local y la íbamos "liar". No pudo estar más acertado.
Para empezar nos pusieron una tapa de chorizitos (esto fue detalle de la casa) que estaban tremendos. Después pedimos el Timbal, que estaba buenísimo y muy cremoso. Creo que cuando vuelva (porque pienso volver) lo volveré a pedir. El flamenquin de cerdo con roquefort estaba perfectamente hecho y muy sabroso. Y para rematar el costillar que perfectamente eclipsaba al resto de platos. Se notaba que estaba perfectamente cocinado y la carne era de calidad. La carne se separaba sola del hueso y era muy jugosa.
Por último llegó el momento de los postres. Por un lado, pedimos el Chalotte que estaba impresionante. Antonio también nos invito a una torrija caramelizada. Por último, nos sirvieron unos chupitos de mango buenísimos.
En definitiva, en todos los sitios de Málaga donde he estado en Málaga me han tratado genial. Pero es que este sitio se lleva el primer puesto. No es que piense volver, es que creo que por fin he encontrado el lugar perfecto para celebrar momentos especiales o para simplemente tomar unas cañas y tapas, ya que el lugar tiene un equilibrio perfecto que solo se consigue con cariño y dedicación.
Por último, acabo de recordar que también pedimos las bravas. Con las bravas tengo una espinita clavada. Yo siempre he dicho que las bravas más buenas estaban en un bar de mi pueblo. Pero es que estas estaban mejores. La salsa casera y picante como tiene que ser, ya unas bravas tienen que picar si o si. Y las patatas estaban perfectamente hechas.
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