Lo primero que nos llamó la atención es que, al contrario que otros locales con forma de trabajo similar que han abierto en la ciudad, Uabi Sabi tiene una estética cuidada y una sala que no te hace pensar que estás en un buffet. Además, su extensa carta no tiene prohibiciones y puedes disfrutar de toda ella ya sea entre semana, fin de semana, comida o cena. En nuestras dos visitas hemos aprovechado para probar de todo. Desde arroces hasta carne, pasando por gyozas y, como no, el sushi. El tamaño de las raciones, pequeñas e ideales para picar, favorece el poder realizar comandas que tienen solo dos obligaciones muy fáciles de entender: cada ronda se puede pedir un máximo de 5 platos por persona y, si no terminas uno, hay una penalización de 2 euros. Además, como es usual, en el precio (18,50 entre semana y 23,50 los findes, barato para comer todo lo que quieras) no entran ni bebidas ni postre. Como es imposible comentar cada elección, destacaremos los que más nos gustaron de una valoración general que es cercana al sobresaliente. El servicio es rápido y atento, la calidad de la comida, notable; y el local, como ya hemos comentado, es muy elegante. En cuanto a los platos que más nos gustaron, entran sin duda unas gyozas caseras que nos recomendaron y que, tanto en el caso de las de verdura como las de verdura y gambas, dan ganas de repetir. Fuera del sushi también son recomendables el arroz, los tallarines y unos sabrosos takoyakis rellenos de pulpo. Pero sin duda en Uabi Sabi a lo que se viene es a comer sushi sin parar. Su variedad de ingredientes y de formas de prepararlo hace que lo puedas disfrutar en cualquiera de sus alternativas, pero las mejores son el nigiri de atún, tanto crudo como el flameado, así como el de anguila, y todos los makis y rolls. ¿Lo mejor? Si te gusta uno, repites. Si no, pruebas otro. Así es una comida en el paraíso de los #sushilovers.