Si vienes a Pamplona no puedes irte sin comer en este maravilloso lugar. Comes a muy buen precio en medio de la ciudad y en un sitio super acogedor. La comida estaba buenísima y la atención por parte del personal inmejorable. Probamos el rissoto y la menestra, el rape y el estofado de ternera y los canutillos y la piña salteada, exquisito.
Buenas cantidades.
10/10.
Yo no me lo pienso, volveremos.
En los tiempos en los que estamos no es fácil encontrar sitios donde te atiendan tan bien.
Quizás lo que menos me ha gustado de este lugar es lo que otros destacan como su mayor virtud: el marcó físico. Es verdad que su ubicación en una antigua capilla daba mucho juego, pero a mí juicio no se le ha sacado partido. Es extremadamente frío y aséptico, lo menos acogedor que he visto hace tiempos. Por otro lado, el servicio es extremadamente amable y eficiente, y la comida, aunque un pelin pasada de precio, no está nada mal. Recomendables los chipirones y el solomillo, muy bien la torrija.
Había estado hace mucho tiempo, pero hemos vuelto a probar tras su reapertura. Cenamos el sábado y nos sorprendió mucho. Su carta de picoteo es abreviada pero está todo espectacular. Pedimos la ensalada de perdiz escabechada (que tenía gran cantidad de perdiz), arroz del cantábrico, que estaba meloso, muy sabroso y tenía también muchos carabineros, y una merluza con verduras. De postre, la torrija con galleta y helado también impresionante. El sitio además es muy bonito y la terraza que han puesto en el porche es muy acogedora. Volveremos sin dudarlo!
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