“El precio se olvida, la calidad permanece” Es un proverbio francés que lo habremos expresado cientos de veces. Pero este no es el caso tal cual lo enuncia el proverbio galo ya que el monto justifica la calidad del producto y excelente servicio creando una experiencia cliente difícil de olvidad y a buen seguro de repetir. Tenía muy claro lo que me apetecía y mi intención no era sino mesurar lo que se comentaba sobre EL BREZO. Como entrante dos tigres o mejillones rellenos de hortalizas y su velouté, maridado con un vino verdejo. A la hora de pedir la camarera me propuso fuera de carta un pisto con huevo pero mi idea era el revuelto de bacalao, medida ración. En la espera de los mejillones me llevé la sorpresa de que como aperitivo me obsequiaba con una tapa de pisto; en cuanto lo probé me di cuenta de que quizá me equivoque al pedir el revuelto. Pero que va, analizando la situación y untando el fantástico pan de Ayuela la conclusión era que de este modo iba a probar las dos cosas, no me podía haber salido mejor. Cambiando de tercio llegamos al cabrito entre asado, producto asturiano de una sutileza difícilmente superable y regado con Ramón Bilbao 2016 ya no tengo palabras. La elección del postre se lo dejé a su criterio… y de verdad que no tengo palabras. Higos naturales con una preparación tan suave, sutil y aterciopelada que tengo que volver a probarlo, pero con amigos, esto tiene que ser compartido. Un detalle que llama la atención es que los clientes se quedan de sobremesa tomando un digestivo Gin-tonic o el licor que apetezca en ese momento, y eso es sinónimo de estar a gusto. Volveré con amigos en cuanto la temporada permita elaborar la menestra… un plato palentino que deja el listón muy alto… ¡ Muchas gracias a todo el equipo !!