El Mesón Emilio es uno de estos escondites entrañables que uno puede encontrar, casi de imprevisto, si tu destino es ir haciendo ruta por la Galicia más alejada de lo típico. Es un mesón de camino que da de comer al caminante y los mesoneros, unos "gallegos" de espíritu que, por esos casuales del destino, fueron a nacer en Venezuela y acabaron cocinando los platos de toda la vida para darle auténtica calidad a un menú sencillo pero cuantioso, por sólo 9 €. El buen trato al comensal y a los platos que preparan hacen que merezca la pena perderse por el camino.
Trato inmejorable, de la comida he de decir que soy fan de las anguilas (sería un pecado el no pedirlas) para amantes de la carne el churrasco mixto a la brasa pero si no el solomillo o chuletas de cordero, para amantes del pescado el bacalao, o las gambas al ajillo sin duda...pero es mi humilde opinión después de varios años llendo ...no es que repita... Es que siempre en mis viajes cuento con al menos una parada allí para disfrutar de la gastronomía.
Tienen postres caseros muy buenos pero no sabría por cual decantarme ...puede que el arroz con leche o fresas confitadas (de temporada)
Gente cercana, amable, calidad top
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