Tengo que contarte sobre mi experiencia en Gr-7 Lilla y la longaniza a la brasa que me hizo perder la cabeza. ¡Fue una auténtica maravilla!
Así que pedimos unos entrantes para picar, una ensalada de atún y unas patatas bravas que estaban de muerte. Pero la estrella del día fue la longaniza. Estaba hecha a la brasa y eso le dio un sabor tan increíble. Era jugosa, tenía un toque ahumado y cada mordisco era una explosión de sabores. Se nota que le ponen amor a lo que hacen.
El ambiente del lugar era chévere, con buena música de fondo y un rollo rústico que me encantó. El servicio también estaba a otro nivel, siempre pendientes de nosotros y recomendándonos los mejores platos. ¡Se nota que se preocupan por que la gente disfrute de su comida!
Terminamos la comida con un flan de huevo casero con nata, y vaya postre para cerrar con broche de oro. Era suave, dulce y simplemente delicioso. Aunque me quedé con las ganas de probar la crema catalana, ya tengo una excusa para volver muy pronto.
Gracias a Juan por invitarnos a los chupitos y ¡FELICIDADES!
¡No puedo esperar para volver a este sitio increíble!
Excelente atención,se come muy bien y muy rico,excelente vistas.
La persona que nos atendio muy amable.
Repetiremos pronto.
Hoy 23/09/23 volvimos a comer al mismo lugar y os volvemos a elegir,nos sentimos muy comodos como en casa,sois muy amables!!!muchisimas gracias.
Mi pareja y yo paramos a comer de vuelta a Burgos tras un festival de 4 días en Morell. Llegamos sobre las 16 y nos atendieron igualmente.
Al bajar del coche nos encontramos con una brasería preciosa coronada con unas vistas aún mejores; se ve la preciosa sierra.
La atención, inmejorable. Cercanos, atentos e increíblemente majos.
La comida, casera y de muy buena calidad. Nos pedimos unos canelones que estaban impresionantes. La bechamel y el gratinado estaban deliciosos.
El chuletón de 500 gramos nos supo a gloria. Lo comimos punto menos y tal cual nos lo sirvieron, además de hacerlo bien calentito (lo que suele ser difícil pues en la mayoría de restaurantes te lo sirven rápido y al cocinarlo poco está frío).
Terminamos con dos cafecitos y una crema catalana. Es un postre que no pedimos habitualmente pero redondeó perfectamente la comida, nos encantó a los dos pues no pecaba de pasarse de dulce.
Comimos dentro pero en las fotos puede verse la terraza con las vistas de las montañas.
A pesar de las grandes cantidades de comida, la calidad y la buena atención, nos costó todo 38€, incluyendo la bebida. A menos de 20€ por cabeza, nos pareció muy barato.
Si pasáis por la zona no dudéis un segundo en parar, ¡y en dejar una buena propina a esta gente que trata su restaurante con mucho mimo!
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