Habíamos intentado parar en este local en anteriores ocasiones y nunca habíamos encontrado lugar. Normalmente paseamos con nuestra mascota, un schnauzer mini y en dos ocasiones tenían la terraza llena y dentro no nos dejaron pasar con el pequeño Cástor. En otra ocasión estuve tomando un tinto de verano en la terraza, atendía un camarero de pelo rubio/castaño y bueno, no fue mi mejor tinto ni tampoco la mejor atención. Se quedó en un "correcto" raspado. Ayer andábamos con ganas de picar algo fuera y aquí reparamos, justo quedaba una mesa en la terraza y nos sentamos. La experiencia fue otra, nos atendió Javier, un chico moreno al que le doy las gracias por su estupenda atención, tono de voz, forma en la que se dirigía en todo momento a nosotros, cómo colocó la mesa, todo de 10. Nos ofreció un vino de Madrid, de bodegas Sanz, no estaba mal. Tomamos dos ensaladas de tomate y ventresca, muy buenas, hummus con crujiente de yuca (muy gustoso ese toque de miel) croquetas de pollo (me gustaron bastante) y empanadillas chinas de ibéricos (demasiado fritas para mi gusto), dos copas de vino, dos botellas de agua y una tarta de queso (normalita, aquí esperaba más) Todo 72€. Normal de precio. Reitero mi enhorabuena a Javier por su atención. Un gusto.