La dueña del que fuera el mejor restaurante persa en Madrid durante más de 20 años (Tehran, en calle Ayala, cerrado en 2012) acaba de abrir este bar restaurante que ofrece una carta desde desayunos hasta cenas que pasaría desapercibida si no fuera porque entre sus hamburguesas, ensaladas, o brownies se cuelan algunos exquisitos platos de la apasionante (y aún hoy desconocida) gastronomía persa. Lo encontramos de casualidad al toparnos con una pizarra con algunos nombres de platos persas al pasar de largo. ¡Y qué gran casualidad! Los platos persas son deliciosos, especialmente el fesenjan (un guiso de pollo en una intensa salsa de zumo de granadas y especias, que sólo ofrecen, de momento, los fines de semana), que tiene un profundo sabor que me transportó directamente a los atardeceres entre minaretes y torres del viento en Yazd. El kebab de jugosísimo pollo con fragante arroz con azafrán, pieles de naranja confitadas y pistachos (shirin polo) era exquisito también. La dueña nos contó que no quería volver a hacer comida persa de nuevo, pero está probando algunos platos. Es probable que haya platos que vaya quitando o haciendo nuevos según la demanda. Por ello, hay que ir y pedir sólo platos persas y hacerle saber a Mina que debe aprovechar sus buenas manos en la cocina y la limitada oferta de esta cocina en Madrid para convertirse de nuevo en el referente. El servicio fue muy amable, aunque fueron un poco lentos con las comandas. El local es bonito, y transmite frescura, pero debería mejorar la ventilación. Los precios de los platos persas son considerablemente más altos que el resto de la carta, pero una comida variada y opípara no debería salir por más de 25-30€ por persona, aunque también se puede salir con el estómago muy contento por apenas 20€.