El sitio es muy cómodo con un par de parking para los coches, tienen una gran cristalera que da a la exterior a una especie de patio, en la parte de fuera tienen mesas, pero al estar pegado a la vía del tren, cada vez que pasa el tren hace un ruido tremendo, tienen algunos platos buenos y alguno muy bueno pero los arroces son regulares, restaurante agradable para ir a comer.
Tomamos el aperitivo en la barra, fuimos a las 13 horas y estaba vacío, media hora más tarde, muy animado, no cabía un alfiler. Distintos espacios con mesas altas, mesas para comer, zonas aterrazadas, muy agradable, luminoso y espacioso. No pedimos mucho pero estaba todo muy bueno, y los precios razonables. Solo un pero, y es que había algo de descontrol en el personal de barra, hubo que pedir las cosas varias veces. Aparcamiento propio con muchas plazas.
Tiene un menú diario que es una maravilla, todo está siempre riquísimo y es un local lo suficientemente grande como para siempre tener mesa.
Por la noche solemos pedir platos para compartir que son una maravilla. Las patatas con secreto y trufa son una maravilla.
De postres siempre está muy rico el brownie y el tiramisú suele estar bien aunque en algunas ocasiones me ha sabido un poco ácido.
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