Un lugar entrañable y muy recomendable. Un descubrimiento muy agradable. Una cocina inmejorable. Todo delicioso. Y el trato del propietario de 10. Repetiremos sin duda. Gracias Luarqués.
Sitio elegante y muy bien atendido. La calidad de los productos es innegable y la carta netamente asturiana, con platos que no son habituales en Madrid como las cebollas rellenas o los calamares en su tinta. Por ponerle un pero esta algo subido de precio y estos no reflejan el iva por lo que el palo es mayor.
Es un restaurante bastante sencillo de aspecto, cuadrado, como las clásicas casas de comidas, pero lo mente cómodo como para disfrutar de lo único importante: sus platos.
El puchero de verdinas con langostinos y rape es exquisito, además de abundante.
Pero es que los platos generosos deben ser emblema de la casa, porque tanto el cachopo clásico, como el rape al horno son descomunales, además de excelente calidad y ejecución.
También probamos un arroz con leche, que a mi gusto estaba excesivamente dulce, por lo que dejé una buena parte, pero no empaña un ápice lo bien que comimos y lo bien atendidos que estuvimos en este legendario lugar.
Un acierto.
Y el precio es asombrosamente razonable.
Volveremos.
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