Simplemente increíble…Menudo pedazo de sitio!!
Nos encanta la comida peruana pero nunca hemos probado una fusión con tanto sabor y tanto corazón.
Carlos, Juan Carlos y toda la familia nos han recibido en su casa con todo el cariño del mundo. Cariño que reflejaban tanto en el trato, las explicaciones de los platos y el increíble sabor de cada una de las elaboraciones.
Es un lujo encontrar sitios así, llevados con pasión y humildad. Repetiremos una y mil veces!
Excelente restaurante con una gran experiencia gastronómica. Cada platillo te hace descubrir nuevos sabores y nuevas formas de disfrutar la comida. Una experiencia que recomiendo 100%, la atención es excepcional desde que llegas, te reciben con una sonrisa y te explican cada detalle mágico del show Oceanika, la mezcla tan original de sabores, empezamos por el "postre" de la cafetera desestructurada y los churros con chocolate que te conquistan, luego el tiradito de atún con palomitas como una función de cine, el pulpo sam y para terminar el sweet sushi degustando el vino amontillado y las obleas de la casa.
No es frecuente que un restaurante anuncie claramente su concepto en su web. “En Oceanika nada es lo que parece ser” anuncian.
Aquí juegan al despiste y no lo ocultan. Empezando por el nombre, que recuerda a lo que hizo César Martín al bautizar Lakasa y Fokacha. Ni Oceánica ni Oceánika. Tampoco informan que la base de los platos son recetas peruanas ni que el servicio es distintivo.
Está ubicado en un barrio residencial de Madrid. Cerca de sitios antiguos reconocidos y de un bar muy recomendable. Una pequeña barra y dos comedores unos de ellos muy luminoso. Música inapreciable, decoración funcional que no molesta y mesas suficientemente separadas. ¿Mantel? No por favor. Es viejuno.
En la carta aparecen dos opciones. Bien un par de menús cerrados o una carta tradicional donde poder elegir lo que se quiere comer. Buena opción.
Nosotros dejamos hacer al amable metre que nos entendió a la perfección sin más explicaciones.
La ficción representada imagina que se empieza la comida por el final. En este caso una Cafetera desestructurada (16€) que es una italiana con un caldo de pescado sabroso y tropezones de cebolla, langostinos y almejas. Siguieron los Churros con chocolate (11€). Un trampantojo de churros hechos con harina de maíz y un puré de frijoles negros. Esa es la tónica en la que hay altibajos y donde predominan las intervenciones de los camareros y las presentaciones sugerentes.
Los precios no son demasiado altos debido a que las elaboraciones son muy simples y la calidad de los productos es media/baja. Ojito al Pisco Sour (9,50€).
Pero lo que aquí se encuentra no es calidad en el plato, sino una experiencia diferente basada en una cocina que suele gustar mucho y en la teatralización exagerada de la presentación. La afluencia de clientes demuestra que esto funciona.
Desde que apareció en Madrid El Inca hace ya 50 años (y sigue) como primer peruano de España, hasta ahora muchos han entrado y salido. ¡Suerte!
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