Excelente lugar. La comida es divina, te atiende uno de los dueños, donde te da recomendaciones de platos y vinos a acompañar. Todos los días una pasta del día o lasañas. He probado pastas con salsas rojas, salsa blancas, la lasaña de siempre y lasaña de salmón. Prueben los postres, son exquisitos también!... Para finalizar los cafés son excelentes. ❤️ No ha habido día en que haya tenido una mala comida o malos tratos. Mi italiano favorito de Madrid por excelencia.

MARAVILLA. Cuando tus ánimos están por los suelos al encontrar cerrado el sitio al que llevas tanto tiempo queriendo ir y no se te ocurre nada más aparece un sitio misterioso en tu camino. No sabes bien si tiene pinta de local de comida rápida o de local encantador, no sabes bien hasta que te sientas y entonces descubres que el destino ha sido muy bueno contigo. Lo que hacen aquí son piadinas, muchas combinaciones ya creadas y la posibilidad de montarte tú la piadina que quieras. No tengo yo ganas de piadina y nos comentan que a parte de las piadinas tienen burratina, tablas de quesos y tablas de embutidos y lasaña clásica. Además cada día tienen una pasta y una lasaña más fuera de carta. Todo esto explicado al milímetro por el chef que es encantador, se tira tranquilamente 15 minutos en los que te cuenta hasta de dónde son los ingredientes. Pedimos un par de cervezas y nos traen unas palomitas para picar. Nos decantamos tanto por la lasaña del día como por la pasta del día. Lasaña de cuatro quesos y coppa: Gorgonzola, Fontina, Mozzarella, Grana Padano y trozos de coppa (embutido italiano). Deliciosa, sabor a queso muy presente y muyyy bueno, el punto del embutido genial. Perfecto. Rigatoni a la diavola. Pasta cocida al dente, salsa deliciosa y no excesivamente picante, Estupendos. Pedimos postre: panna cotta y torta de pistachos. La panna cota a mí no me da más así que no la pruebo pero OJO la torta... Madre mía, está buenísima, recubierta de chocolate blanco, una booooomba deliciosa. 32€ por lo consumido que estaba todo de lujo, un descubrimiento maravilloso en una zona en la que a mí me suele costar decidir un sitio.