Emplazamiento muy bonito. Es un sitio con mucha historia y encanto, ya que lleva muchos años funcionando y se puede ver perfectamente como ha ido evolucionando. Con una carta muy acertada, tanto en comida, bodega como postres, presenta una calidad de productos del mar muy frescos. En nuestro caso estos platos fueron: Chocos fritos, rejón de pulpo al carbón (170 gr.) y coquinas. Los tres estuvieron muy buenos, quizás algo sosos los chocos. Como plato principal pedimos un sorprendente “Hojaldre relleno de Presa Ibérica, Jamón Ibérico y Queso torta del casar”. En boca era muy dinámico, no se hacía pastoso o “bola”, y cada alimento tenía su protagonismo. La presa en su punto, fue un acierto total 🤩👏🏽 Para acabar, unos postres que superaron mis expectativas. La tarta de queso estaba cremosa y en su punto, quizás bajo mi gusto le faltó saber un poco más a queso, y el helado de turrón con PX estaba riquísimo, no empalagaba y no tenía un dulzor excesivo. En bodega, Ramón Bilbao, siempre una puesta en seguro los maridajes de esta bodega. Las vistas agradables, ya que se encuentra a los pies del puerto, por lo que hace que la estancia sea agradable y apetecible. Quizás el servicio en sala un poco disperso, tuve que solicitar varias cosas en reiteradas ocasiones, como la cuenta, sin que hubiera un aforo que justificaran este hecho. En general, una experiencia muy positiva y aceptable en precio/calidad.

El mejor lugar donde puedes ir a comer o cenar. Tienen la cerveza muy fría y comida de excelente calidad. Cada vez que estoy por la zona una parada aquí es indiscutible. La calidad humana de los trabajadores es espectacular, te hacen sentir como si estuvieras en familia.