El dueño, Mikel, directamente con los comensales, aconsejando platos, explicando sobre los alimentos de cercania de los que disponen. Hacen unas croquetas a la brasa y sin aceite increibles. Las camareras simpáticas y amables. El lugar con el encanto de antiguo caserío perfectamente adaptado para restaurante. Muy, muy satisfecho.
Productos de grandísima calidad y perfectamente cocinados. Los platos no son baratos pero la calidad se paga, y en su caso merece 100% la pena. Entorno idílico. Servicio amable y cercano. Para recomendar.
Bonito restaurante ubicado en un entorno espectacular (a pesar de que estaba en obras). Destacar lo limpio que estaba todo.
La carta es bastante limitada, sin embargo, estaba todo muy bueno. El producto que utilizan es de buena calidad.
El trato por parte de los camareros también fue impecable, atentos y muy agradables, cuidando todo tipo de detalle.
Como punto negativo, IVA no incluido en el precio y en mi opinión, precio caro. La calidad se paga pero sin abusar.
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