Paré a tomar algo por casualidad y me atendieron bien. El chico estaba solo y liado y a pesar de ello hizo lo mejor que pudo. Mi cortado estaba bien y gustoso de sabor. Lo que no me gustó fue que la mesa estaba sucia y nadie le pasó un paño y la copa de agua de mi acompañante tenía restos de suciedad pegada. Por otro lado los aromas que salían de la cocina llamaban para quedarnos a comer. Si te gusta la carne este sitio cocina con leña ya que por fuera hay montañas de leña. Este es el último sitio antes del teide o el primero....según se mire.
Llegamos muy temprano para almorzar, ya que íbamos con niños y tenían hambre.. La cocina estaba cerrada aún pero no tuvimos ningún problema.. Comimos muy rico.
Buen servicio.
Un clásico tras subir a la cumbre o hacer senderismo por la zona. Miguel y su familia son muy campechanos y muy buena gente, nos tratan con mucho cariño. La comida es exquisita, casera y sus carnes a la brasa son de otro nivel. Recomendamos el menú diario, el escaldón es ambrosía de los dioses, el barraquito es IMPRESCINDIBLE y como postre el QUESILLO es el mejor de todo el valle de la Orotava. El aparcamiento es muy amplio. Lo que más me gusta de este Restaurante es su historia la cual está plasmada en las paredes del establecimiento con aperos de labranza, guarnicionería, objetos de caza y fotos familiares que atestiguan el buen hacer y el cariño que le han dedicado a su clientela de más de 40 años. Gracias por ser como sois, os habéis ganado a una familia para toda la vida.
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