Un local sin grandes pretensiones, sencillo, limpio y con la decoración justa para no resultar pesado. El espacio me ha parecido muy correcto, aunque nos han puesto en una terraza cubierta donde lo cierto es que hacía bastante frío. Tienen un patio que en verano tiene que ser fantástico u en el patio hemos visto que hay como un reservado con una mesita que era una monada. Los baños amplios y limpios y la atención correcta. La carta está bastante bien y los precios adecuados (aunque no hemos probado todo pero lo que hemos comido bastante bien). El calamar a la plancha estaba un poco duro pero supongo que eso no debe ser fácil de controlar. El pulpo a la plancha muy rico (blandito). Yo le pondría menos aceite pero estaba muy bueno y la coliflor rebozada y patatas crujientes que lo acompañaban estaban de diez. De entrante hemos pedidos unas croquetas de bacalao y gamba y estaban muy buenas. Los postres… la tarde de crema y Kinder estaba buena aunque la ración nos ha parecido un poco pequeña. La tarta de queso con una base demasiado gruesa, pero la parte de queso estaba bien. El café bueno también. La cuenta ha salido a 31 euros por comensal (un calamar y tres pulpos). Seguro que repetiremos pues está bastante correcto.
Se ve que se preocupan por los detalles. La decoración está cuidada, la comida parece casera y de calidad, el servicio es rápido y el precio es muy razonable. Tiene una terraza que no pudimos disfrutar pues estaba llena, pero parecía muy agradable. Un sitio para disfrutar y estar como en casa, alejado del bullicio del turismo.
El local es muy acogedor. El personal muy amable. Y la comida espectacular!
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