Una joya oculta enclavada en un paraje idílico, rodeada por las majestuosas montañas de los Pirineos. Nos dejamos guiar por el refinado sentido gastronómico de mi hermano, y sin lugar a dudas, acertamos. Uno va adquiriendo el olfato para descubrir lugares ocultos.
Se trata de un restaurante que sobresale por su trato cercano, la excelencia de sus productos y la generosidad de sus raciones, todo ello a precios más que adecuados. Esta combinación, sin duda, satisface las necesidades de los comensales más hambrientos.
Optamos por pedir tres menús y varios platos a la carta, para un total de cinco comensales en nuestra mesa. Si hubiéramos sabido de antemano lo generosas que eran las raciones, habríamos pedido menos. Nos costó terminar muchos platos, y, de hecho, solicitamos que nos pusieran para llevar alguno de ellos.
Quiero destacar la impecable atención de la camarera, quien sola fue capaz de atender la terraza con gran rapidez y solvencia. Los platos salían de la cocina con fluidez, manteniendo tiempos adecuados entre uno y otro. Como sugerencia de mejora, hubiera apreciado que el chuletón viniese pre-cortado o se nos facilitase un cuchillo con una sierra más adecuada.
Después de la comida, disfrutamos del café en la terraza a pie de montaña , que contaba con césped y una zona de juegos para los más pequeños. Descansar en la hamaca fue un placer que coronó una experiencia culinaria de ensueño. Sin duda, es un lugar al que regresaré en busca de la serenidad y calma que transmite.
La terraza tiene un vistas a la montaña increíbles, en plena naturaleza. Comida casera y de proximidad realmente exquisita. Cuenta con un menu o platos a elegir. Raciones generosas. Muy buena relación calidad-precio. Buena atención y ambilidad del personal. Si tenemos ocasión repetiremos.
Buena comida casera los platos son abundantes, el sitio es muy bonito con un paisaje espectacular. Ideal para ir a comer.
An error has occurred! Please try again in a few minutes