Reservamos por teléfono con antelación, en un día muy especial, el trato y la atención fue fenomenal. El restaurante se encuentra en la séptima planta del hotel Alfonso VIII y tiene unas vistas espectaculares de la ciudad de Cuenca. Lo que más nos gustó fueron las croquetas, aunque las ensaladas y el arroz también exquisitos. Muy recomendable.
Un restaurante muy bonito con vistas a todo Cuenca. Vinimos 6 personas y tomamos el menú del día (17,5€). Nos sirvieron rápido y la calidad de los platos era excelente, además de que había bastante variedad. Los platos tenían su toque especial y diferente, lo cual nos sorprendió gratamente. Muy recomendadas sus albóndigas a los cuatro vinos o la dorada con pico de gallo.
Un día especial y fuimos a comer sin reservar. Tuvimos suerte porque nos dieron la última mesa para dos. Hacia muchos años que no iba pero nada más entrar y disfrutar de las maravillosas vistas que hay desde allí de Cuenca te hacen predisponerte a disfrutar de todo lo que venga después.
El trato muy atento y profesional y la comida riquísima. El tartar de atún rojo y remolacha, canelones de cremoso de pato desmigado con foie para compartir y de segundo lingote de cochinillo asado y deshuesado a baja temperatura acompañado con parmentier de manzana asada y las chuletillas de cordero increíbles. De postre una torrija caramelizada con helado de vainilla alucinante.
Hago incapié en el buen trato recibido y las espectaculares vistas que tiene de Cuenca. Hay que volver
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