En el centro de Cordoba, muy cerca de la plaza de las Correderas, se encuentra todo un clásico en restauración en la ciudad!
Desde su entrada te traslada a los años de su apertura, con carteles, accesorios de la época… con un gran patio central rodeado de plantas y una fuente que ameniza el sonido de la estancia, donde recomiendo ubicarnos si os lo permiten.
El personal es rápido y atento, y la comida espectacular, aunque por poner una pega al lugar, todos son platos por lo que si vais dos personas no tienes mucha opción a probar más de 2 o 3 platos. Por lo que recomendaría al menos medias raciones.
Recomiendo que o vayáis muy temprano o reservéis, porque siempre se llena.
Tuvimos que esperar un poco para ser atendidos pero al pasar a la sala nos sentimos muy a gusto. Nos lo había recomendado un amigo cordobés y de nuevo el taxista que nos trajo de la estación de tren.
Tomamos queso de oveja de Zuheros, tomate de la Vega de Alcolea con atún y Adobo cordobés “Japuta Rosada”. Estaba todo rico y disfrutamos. Además salió muy bien de precio y el vino estaba muy frío y delicioso.
Por otro lado, el queso tenía uno de los cortes con un sabor como a jabón y nos pareció que era por ser el trozo que uno deja ya cortado en la nevera. La ensalada necesitaba más aliño (que nos trajeron y ayudó mucho) y también nos molestó que no hubiera ya café a las 22:45 de la noche. Tomamos un tocino de cielo delicioso pero le habría acompañado mucho mejor un café.
Me encantó la decoración, es una casa en cada habitación tiene 1 a 7 mesas, en algunos son cuartos privados, el servicio es exquisito y la comida riquísima
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