Sorprendente bar de barrio con un tapeo digno de catar. A destacar, las croquetas de ortiguillas (deberían de ser un plato fijo en carta) y la torta de Inés Rosales con huevo de codorniz y jamón. También estaba bueno el sakito doña concha, las croquetas de chorizo picante y el canelón de carrillada. Las papas destructuradas aliñá no está del todo conseguida (prefiero la presentación tradicional). Lo que menos me gustó fueron los chocos, algo duros y demasiado salados, y el lagarto, también algo duro. El servicio con algunos fallos pero en general bien, muy amables y familiares. El sitio agradable para cenar las noches de verano o almorzar los días de sol invernales. Precio normal. En resumen, un local muy recomendable en el que merece la pena seguir explorando la oferta de su carta. Volveré espero que para subir nota.
Riquisimo todo y a buen precio, la camarera es una encantadora, esta pendiente de que no te falte nada y es rápido. En general un sitio muy muy bueno y familiar. Recomiendo.
Carlos fue súper amable con nosotras cuando fuimos y nos recomendó perfectamente qué elegir de la carta, TODO.
En especial nos encantaron el solomillo al Whisky, el canelón de carrillada y su plato estrella, en nuestra opinión, las tortas de Inés Rosales con salmorejo, jamón y huevo de codorniz, el conjunto de sabores no deja indiferente a nadie.
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