El local es acogedor, bonito y confortable. Tanto por el espacio disponible como por el ambiente tranquilo y la agradable recepcion por parte del equipo.
La decoración, rústica pero elegante, disfruta de una iluminación tenue pero sobrada para que la estancia sea confortable.
Los precios están muy acordes para la cantidad de comida y la calidad que ofrece el restaurante. Tanto a nivel de comida también, como a nivel de atención. Todo el equipo es súper amable pero quiero destacar a nuestro camarero, que fue Victor. Llevaba sólo dos semanas trabajando allí y parecía que llevaba toda la vida. Pero no sólo eso sino que nos aconsejó muy bien sobre qué entrantes elegir (los segundos los teníamos muy claros desde antes de entrar).
Nos recomendó las braves diferents (con sobrasada y mayonesa de curry), y pedimos también unos huevos rotos a baja temperatura (tembleque hipnotizante, recomiendo pedirlos). De segundo pedimos un bacalao y un meloso de ternera que estaban increibles, y de postre un helado de vainilla.
Nos quedamos con ganas de probar el cruixent de garrí, las braves de la casa y otras propuestas de la carta que nos parecieron super interesantes. Así que sin duda alguna, volveremos.
¡Un 10!
Acogedor, con un trato estupendo, la carta generosa y los platos muy buenos.
Es importante tener reserva, según el día de la semana, sobretodo los sábados.
La atención es rápida, la distancia entre mesas es correcta y la iluminación amarilla ofrece calidez y crea un ambiente más relajado.
Ideal para grupos de amigos, familia y parejas.
Las dos opciones de patatas bravas, muy recomendables y las hamburguesas, muy buenas.
Para repetir sin duda.
Local muy cuidado con personal atento y amable. La hamburguesa estaba deliciosa, todo casero y la tarta de queso con helado de cereza espectacular. De obligada visita en el pueblo.
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