Opiniones Subiendo Al Cielo

Un lugar ideal para disfrutar de otra manera de hacer las cosas. Una buena manera en mi opinión. Una persona que cocina y atiende, eso lleva su tiempo, pero se hace todo con cariño y atención personalizada. Puedes pedir cosas de una carta, pero Carlos te comenta que es lo que ha cocinado últimamente, qué está más sabroso, qué acompaña mejor a tu hambre, ánimo e intereses; merece la pena escucharle y dejarse guiar. Pago en divisa libre, en moneda. Volveremos sin duda.

Comida espectacular. Casera, muy buena. Recomendable los garbanzos con ajo, el salmorejo, la sopa de cebolla, las croquetas de jamón... Buen precio y trato cercano. Repetible 100%.

-Puntos a favor: El sitio es muy acogedor, hay pocas mesas por lo que hay poca gente y no hay ruido a la hora de comer, también está todo muy limpio y el hombre que te atiende es amable e incluso simpático. No tuvimos que esperar mucho para que trajera la comida, a pesar que es la única persona que hay en el restaurante. La comida está buena aunque las raciones son algo escasas. -A mejorar: No hay carta, te lo dice todo de palabra, por lo que los precios son una "sorpresa" cuando te trae la cuenta. A la hora de pagar tampoco tiene medios de cobro electrónicos con tarjeta y no hay carteles indicándolo ni te lo dice hasta el momento de cobro (o por lo menos no los vi), por lo que o llevas metálico que no suelo llevar o al cajero... En general comimos bien, pero la relación calidad/cantidad/precio me pareció algo caro.

Un restaurante pequeño y muy acogedor, sin carta fija. Todo lo que comimos estaba riquísimo, la sopa de ajo, la de cebolla, las croquetas… Comimos un plato de garbanzos con habas muy rico y los postres caseros y espectaculares. Pero además el trato es inigualable, el dueño, encantador, te acoge literalmente y te hace sentir como si fueras su invitado. El local es muy ecléctico y para mi gusto, la decoración es muy elegante. Contrasta con el tipo de restaurantes habituales en el Escorial, más grandes y de platos previsibles.

Es el restaurante de Carlos y comes lo que Carlos cocina, no hay carta ni menú. Y si te gusta lo que Carlos cocina pues bien y, sino, pues también. Porque Carlos no da alternativa (y hace bien). Que no haya carta ni menú es una amenaza sólo para quienes no saben cómo cocina Carlos. Porque Carlos cocina que te mueres. Así, sin más. ¿Qué comí para hacer tal afirmación? No fue poco: Caldo de verduras Sopa de ajo Paté de ciervo Ensaladilla de atún Ensaladilla Rusa Ensalada de tomate con ventresca Carpacho de cecina Croquetas de jamón. Garbanzos fritos con habas Migas con uvas Verduras orneadas Solomillo de cerdo ibérico al horno. Queso con uvas Chocolates y pastas Todo estaba delicioso. Y a Carlos sólo le molestaba que comiésemos tan rápido: “pero disfrutad, copón, ¡que hay más comida!”. A Carlos no le gusta que le pidas ni palillos ni copas: “esto no es un garito”. Pero nos dio un chopito de un orujo que hemos bautizado como “cohete 🚀”. Gracias Carlos!