La atención es correcta pero la comida no es nada del otro mundo. Creo que el hecho de estar dentro del puerto es una desventaja porque tienes que pagar si quieres acceder con el coche y la zona está un poco “deshabitada”. Los precios un poco elevados.
Fuimos con nuestra perrita y nos pusieron en una terracita resguardada en la que estuvimos muy tranquilos.
El responsable del comedor/terraza estuvo muy pendiente de que todo fuera de nuestro agrado. Un trato excepcional.
Comimos unos chipirones, unas zamburiñas y una paella. Todo muy rico.
A nivel de precios, no es barato pero al final compensa. Seguro que volvemos.
Para aparcar puedes hacerlo en el mismo puerto o bien hay otro parking de pago muy cerca que vale 5 euros todo el día.
Lo mejor del lugar el ambiente en el puerto deportivo y la comida.
El servicio de cocina para nuestro gusto mejor que el servicio de los camareros, que tuvimos la sensación que “luchaban” entre ellos para ganar algún tipo de aprecio hacia el gerente o encargado, que rondaba la sala.
Repetiríamos y lo recomendaríamos porque la comida fue espectacular, teniendo en cuenta este punto que hemos comentado, porque el ambiente que se genera en la sala y esa sensación repercute en la experiencia general.
Y ahora centrándome en la comida pedimos de entrante media ración de tellinas/pichinas/coquinas/tallarinas, según con el nombre que se les conozca, media ración de fritura de boquerón, y una ración de croquetas. Para compartir un arroz seco de bogavante, y de postre crema catalana y mousse helada de turrón. 97,80 € pagados muy a gusto.
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