Hablamos de una restaurante pequeño donde es posible ver como se prepara cada plato porque no existen tabiques que separen al cliente y al chef. Una carta reducida que te impide perderte y alguna que otra sugerencia del día. Sabores intensos y agradables. Platos con mucho sabor. Comida muy escasa para los precios que se manejan. Habrá quien piense que la exclusividad se paga cara.
Estuve almorzando en este lugar hace 3 semanas previa reserva telefónica. Es importante este detalle porque el sitio se llena y nosotros queríamos terraza, que es lo que se recomienda encarecidamente por el covid.
Llegamos y apenas había gente (13:30h) y nos ubicaron en nuestra mesa reservada, en una terraza cerrada en algunas zonas con toldos hasta el suelo, pero que permitían que se ventilase bien aquella zona. La orientación del local, norte, y la brisa que corría ese día justificaron la medida.
Éramos 3 y de beber pedimos 2 tercios de Estrella Galicia y Heineken cada uno.
El personal muy atento y agradable aunque es cierto que desde que pedimos hasta que nos sirvieron tardaron rato largo.
La carta venía en un pequeño papel que nos dio el camarero. Por lo visto varía con muchísima frecuencia debido a que el chef, que tiene gran reputación , la adapta según temporadas y genero que encuentra en el mercado.
En nuestro caso pedimos 3 platos:
- Patatas bravas: Probablemente las mejores de mi vida. Bien fritas, y la salsa espectacular.
- Maki en tempura de cangrejo y aguacate con mahonesa de habanero y chalota frita: Nos dejó un poco indiferentes, he comido muchos sushis mejores y no necesariamente en sitios caros
- Tartar de gamba blanca en “croque monsieur” con burrata, huevas de arenque y yema: Venía servido en una especie de pan bimbo integral. Me puso a sándwich con Philadelphia. A mi no me gusto y a mis amigos los dejo indiferentes.
La presentación de los platos era espectacular y el precio nos pareció algo elevado, ya que la cantidad era justa y pagamos 19€ cada uno.
Después de estar en este sitio quedamos con un amigo y al contarle que no nos había vuelto locos nos insistió en que volviéramos, que el sitio es una maravilla. Como es alguien de confianza le daremos una nueva oportunidad a este lugar delicatessen ubicado en el palo pero que aún no nos ha llegado a conquistar.
Descubrimiento de restaurante en pedregalejo con terraza y no es la típica carta de fritoleo. Todo tiene buena pinta. Probamos algunas cositas y genial. Tienen guiños a la cocina japonesa. Volveremos a ir en breve
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