Decoración de ensueño y ambiente espléndido. Acudimos un lunes a las 15:30 y tan sólo había una mesa. Comimos absolutamente solos en uno de los salones, nos dejaron total privacidad. Servicio excelente, se asomaban cada 5min a ver si necesitábamos algo, si hacíamos contacto visual y no decíamos nada se iban al instante. Además, buen trato y amabilidad. La comida exquisita, disfrutaron tanto nuestros ojos como nuestras papilas gustativas. Regalan un pequeño picoteo para la espera, consiste en papadum (oblea de pan frito y crujiente) con tres tipos de salsas, entre ellas salsa de menta. Las samosas vegetales deliciosas. El relleno contiene guisantes y aunque tiendo a quitarlos de todas las comidas, aquí quedaban bien (si no quieres comerlos se pueden separar fácilmente). Los pollos tikka masala y butter chiken un 100/10. Predominan los sabores envolventes y aromáticos, con un ligero picante que pasa desapercibido entre los mil sabores de las salsas. Kashmiri rice, el mejor arroz que probé. Contiene frutos secos, especias aromáticas y azafrán. El pan naan de queso, totalmente fundido y súper cremoso. Una vez más, el mejor que probé. Un punto a favor: si vas con un picky eater no se quejará por el picante, es suave y lo disfrutas. Otro punto a favor, son muy conscientes de los alérgenos ya que nos repitió dos veces que contenía frutos secos. EL MEJOR PUNTO A FAVOR: ideal para citas, decoración impresionante y luces tenues que te hacen sentir cómodo. La cuenta fue de 66€, precio que volvería a pagar sin dudarlo, las cantidades eran muy generosas y el sabor era de otra planeta.