Acudí a Sua By Triciclo muy muy bien recomendado, lo cual no siempre es positivo, dado que se generan expectativas. De hecho, ya lo había intentando anteriormente el verano pasado pero, pese a haberme puesto unos días antes en lista de espera, fue imposible. Por lo que, esta vez, tratándose de un mes más tranquilo, un día entre semana, y acudir solo, pensé que sería mucho más sencillo. Así, fue.
Pese a la imagen exterior el local es muy amplio. Cuenta con un pequeño salón interior, con mesas y barra, y un patio interior muy muy amplio y luminoso donde se encuentra el verdadero grueso de las mesas. Es un espacio con una decoración con un ligero toque industrial, muy vegetal que a mí, particularmente, muy agradable.
El servicio, desde el primer momento es sencillamente MAGNÍFICO. Y comenzamos la velada con una mantequilla ahumada casera (realmente increíble), varios tipos de panes (de entre los cuales me enamoró el de centeno, que pienao que combina de forma increíble con la mantequilla), así como un salmorejo con cecina muy rico. Todo esto, cortesía de la casa.
La carta es concreta, lo cual me encanta. Y cuentan con una buena carta de vinos que, por desgracia, y por encontrarme en la zona por cuestiones de trabajo, no pude disfrutar. Como digo me encontraba sólo, por lo que ataqué a aquellos productos que podían consumirse en forma de 1/2 ración o unidad individual.
En mi caso, comencé con dos ostras: una al natural y otra a la brasa con cecina. Maravillosas... Ambas de buen tamaño y con un sabor espectacular, sin embargo, por cuestión de novedad, y de los diferentes planos que se generan en texturas y sabores, gracias a ese toque ahumado y a la cecina, hace que, si tuviese que recomendar solo una, me decantarse por la ostra a la brasa con cecina.
Tras esto, la tosta de anchoa de Santoña con mantequilla ahumada: Fantástica. Con diferentes texturas, crujiente, untuosa por la anchoa, también salada, pero con un punto increíble de la acidez y del dulzor de los encurtidos, gracias a las piparras y las aceitunas. Un bocado muy recomendable.
Tras esto, y fuera de carta, la croqueta de cecina de León... Crujiente gracias al envoltorio del panko, infinitamente cremosa en su interior, ahumada, suave y melosa... Otro plato que no podemos dejar pasar la oportunidad de probar y que, además, presenta la posibilidad de pedir por unidad.
Y, para cerrar, vacío de buey con cebolletas al jerez. Un corte que, particularmente nunca había probado, pero que me pareció extraordinario. Un sabor muy intenso, muy profundo. A un punto, para mí gusto perfecto. Acompañado de unas patatas, según creo, primero asadas y después fritas, que me encantaron, y esas cebollas al jerez ligeramente dulces.
Y, como bonus track y aunque no suelo pedir postre cuando visito algún sitio solo, no pude resistirme a probar la tarta de queso con Roquefort y helado de frutas. Algo que, sinceramente, no esperaba que me impresionase tanto como lo hizo. Si la tarta es de 10, con ese helado es de 12.
En general, un lugar en el que disfruté como un niño pequeño, y al que espero volver muy pronto.
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