No te dejes engañar por la entrada de este establecimiento oculto en pleno barrio de Ventilla. En su interior esconde un auténtico restaurante marinero.
Sus pescados, mariscos y carnes merecen mucho la pena y tienen unos precios bastante razonables, pese a la calidad de su materia prima.
Si quieres comer rico en un sitio de comida casera española y trato tradicional, este es tu sitio.
No tienen menú del día, pero si vas a compartir no te se subirá tanto la cuenta.
Una marisquería de calidad y cantidad. Entras y tiene el ambiente como un bar castizo de Madrid, pero te pasan a la sala interior y es como el camarote de un barco. Espectacular. La comida es otro nivel, la parrillada, buey de mar y pulpo… buenisimo todo!
Desde fuera lo que se ve es un bar, y cuando entras, al fondo, una puerta y una pequeña escalera dan acceso a un saloncito la mar de mono, como si fuera un camarote y allí es donde estuvimos.
Pedimos gambas a la plancha, brutales brutales
Zamburiñas, que a mí me gustaron si bien, llevaban un aliño muy fuerte en vinagre que al resto de comensales no les gustó.
Los boquerones fritos tenían buen bocado, pero fue lo que menos me gustó.
El pulpo estaba espectacular, servido sin más, solo pulpo. Nos comentó la persona de sala que era de Galicia y que en Madrid apenas llega el auténtico de Galicia.
La merluza estaba impresionante, acompañada con patata cocida que me encantó.
Y para cerrar lo salado, pedimos entrecot, que se nos antojó algo fino, teníamos en mente una pieza algo más gruesa. El sabor y la textura ok, servido con patatas fritas como las de mi abuela.
En los postres nos vinimos arriba y pedimos tarta de queso, flan y tarta de Santiago.
Atención de la casa licor de mora y violetas de caramelo.
Para beber tomamos un godello y un verdejo. Me gustó más el verdejo
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