Hemos ido por la recomendacion. El mejor sitio en el que hemos comido por la zona. Cada plato simplemente increíblemente rico. Sin duda para repetir. El servicio impecable. El diseño del sitio rústico y con gusto. Vale la pena cada céntimo!
Estuvimos en la terraza, lugar íntimo y tranquilo.
Para beber pedimos Coca - cola, pero no tenían, nos ofrecieron un refresco de marca alemana, Fritz Kola, con sabor similar a Pepsi, no estaba mal.
Mientras nos pensábamos qué comer nos trajeron una bolsita con pan y un poco de aceite y sal en la que mojar, lo cual hizo la espera muy amena.
Nos pedimos dos platos:
- Unos Hot maki de atún rojo (ligeramente picantes), muy ricos.
- Lasaña crujiente de retinto, sabor excepcional, cuando se mezclaba con el huevo.
Terminamos con un postre, de chocolate negro, una especie de helado pero más cremoso (semifrío). Quizás lo más normal de la cena, pero estaba bueno.
Destacamos la gran atención y amabilidad por parte de las camareras, que incluso nos ofrecieron un chupito para finalizar.
El precio nos pareció excesivo para las bebidas (3,50 € cada una) y algo elevado para la comida, sin llegar a ser un abuso.
Como punto negativo indicar que no tienen parking, al ser el último bar, si no has aparcado, tienes que dar la vuelta por una carretera.
Debes reservar antes de ir, porque no cuentan con mucho espacio.
Un sitio encantador. La comida está buenísima, platos muy elaborados, y el personal súper amable. Comimos cuatro amigas y todas encantadas. Aconsejo totalmente como parada obligatoria en Caños. La ensaladilla y la lasaña brutales.
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