El sitio no puede ser más espectacular, está en un entorno precioso. A partir de ahí, todo lo demás mantiene el mismo nivel: atención exquisita, platos muy elaborados y muy bien presentados y pendientes del mínimo detalle. Merece la pena disfrutar de todo lo que ofrece.
Es un lugar precioso para comer o simplemente tomar algo, ya que es parte de la Colegiata de San Isidoro, joya del románico. Además de restaurante tiene hotel.
En cuanto al restaurante, la comida es muy buena. Especial mención para las mollejas, o la tortilla de bacalao, además de los arroces, o el rabo de toro. Buenísimos también los postres.
El servicio es en general muy bueno, camareros muy educados y amables, si bien, como estábamos comiendo dentro y el resto de clientes estaban en el patio (terraza), la atención para nosotros fue más lenta de lo deseado.
Por hacerse idea del precio, para 6 personas, dos entrantes, 6 platos principales, pan, agua, vino (Petalos), postres y cafés... unos 45€ por persona de media.
Merece la pena!
Fabuloso menú degustación, platos muy elaborados y en su punto. La atención exquisita,Carlos nos ha aconsejado muy bien con el maridaje de vino y platos . Gracias por todo y totalmente recomendable.
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