No voy a descubrir nada nuevo. La media de valoración que tiene es merecida, incluso merece más. Es curioso, esta pizzería tiene el típico servicio "take away", es decir, no es un restaurante italiano. No atienden en mesa y disponen de un número limitado de las mismas. Pero el local es puro encanto. Una decoración muy particular, con una serie de elementos de artesanía únicos. Las pizzas están exquisitas, desde la fina masa, que se funde perfectamente con la mozarella hasta el especial sabor del tomate. Incluso el aceite picante de aderezo está especialmente sabroso. Por no hablar del personal, pura atención y simpatía. Los vecinos que tienen el privilegio de este local, deben estar acostumbrados, pero para el viajero, encontrar un local así, es puro almíbar.
Una pizzería de Guadalajara de siempre. La decoración es original. Tienen un trenecito que pasa por encima de la puerta con el número asignado al cliente para avisar de que está listo el pedido. El personal es amable. En cuanto a las pizzas, me gusta que el tamaño pequeño sea como un plato pequeño, porque es la ración de comida justa, y la mediana para dos personas está bien. Además, están muy sabrosas.
Pizzas buenísimas y el detalle del trenecito avisador del pedido me encantó. Volveremos
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