El lugar tiene un ambiente único, el servicio estuvo muy atento en todo momento y la comida muy bien, especialmente me gustó por su frescura el tartar de salmón pero todo lo demás que comimos estaba muy rico.
Tiene mucho encanto comer dentro de lo que fue el refectorio, y el lugar es muy elegante. Pedimos los saquitos de morcilla con manzana y nos encantaron. Las croquetas de cordero son grandes y están muy buenas como croquetas, pero el sabor a cordero apenas se aprecia. El cochinillo 🐖en su punto, perfecto, con la carne blanquita y la piel crujiente. La tarta de queso es fluida y muy bien conseguida, al horno, por suerte sin frutos rojos encima. Unos 35€/persona. La comida tiene un precio normal, es en la bebida donde se pasan, el doble de cerveza 🍺son 4€. Por eso se resisten a ponerte un vaso de agua, te insisten en que tienes que pedir una botella incluso cuando ya has pedido una bebida antes. Tuvimos la suerte de que llegó Ibrahim, que nos atendió con muchísima amabilidad y nos trajo el agua finalmente. Un profesional con sentido común.
Precioso sitio donde comer. Pedimos dos menús del día y estaban deliciosos a un precio más que razonable. La calidad es estupenda, la cantidad es suficiente si comes normal, ahora si eres un tragaldabas te puedes quedar algo corto, aunque siempre se puede compensar pidiendo algo de la carta. En nuestro caso quedamos satisfechos. El menú viene con primero, segundo, postre (por cierto muy rico y muy original estaba hecho a base de almendras y tenía un sabor delicioso) incluye también el pan, y la bebida que pedimos agua y una frasca de vivo. Otro detalle importante a destacar, fue la maravillosa atención por parte de los camareros, un chico y una chica. Totalmente recomendable, nosotros cuando podamos repetiremos.
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