Un restaurante auténtico, con pellizco nostálgico (¡ay, esas fotos de Nando Blas en las paredes) y vajilla de Sargadelos.
Las croquetas de marisco no me gustaron mucho, pero la caldeirada de merluza era riquísima, muy mariñeira, y el salpicón de bonito ESPECTACULAR. Tanto que repetimos, aunque se nos quedó en el tintero probar el escabeche, también casero. Así ya tenemos excusa para volver pronto.
La atención de sala muy amable y solícita. Raciones muy generosas.
Verdaderamente, un lugar con alma. Una experiencia cálida más allá de lo gastronómico.
Bonito lugar, tranquilo, sencillo, bien atendido, para disfrutar de una buena conversación en torno a la mesa.
Mobiliario sencillo, así como la vajilla y demás. Pedimos las croquetas de marisco, buenas de sabor aunque un pelín mazacote, para mí con exceso de harina. Seguimos con pimientos de padrón, súper abundante la ración y bien ricos que estaban, y terminamos con bonito con tomate, servido con patata cocida y verduras asadas. De postre tarta de queso, brutal, y arroz con leche más brutal aún.
Cafés y dos rondas de Estrella Galicia
Total 74€
Una joya, cocina realmente buena, materias primas muy cuidadas y un servicio impecable. Tenéis que probarlo.
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