Diría que el sitio ha sido todo un descubrimiento, pero sería mentira.
Típico plan familiar que te proponen, estás perezoso y para convencerte te dicen vamos a tu restaurante preferido de la infancia, pues ya vas de cabeza.
El sitio es pequeño, muchísimo diría yo, pero la grandeza del lugar está en sus platos y el ambiente.
En las fotos podréis ver los platos, típicos, pero maravillosos, lo sé, no estoy siendo muy neutral, pero como dice el dicho, la cabra tira al monte.
Las escapulinas, estaban muy ricas y con toque picante muy suave, tan ricas que repetimos una vez más.
La ensalada de tomates con capellanes, también muy rica, los tomates estaban riquísimos y el capellán también, todo en su punto y de buen sabor.
Acompañado con un plato de jamón ibérico, que estaba especialmente bueno.
Ensaladilla marinada, de este plato no me acordaba, pero duró poco, estaba muy bueno.
La cazuela de gambas, típico plato, pero que gustico da mojar el pan.
El platico de almejas, que era como comer pipas, básicamente me las comí todas yo.
Y el postre, una caña, no recuerdo el nombre, pero está realmente delicioso.
El trato fue muy bueno, estaban pendientes de todo y lo más importante, muy buen precio.
Así que os recomiendo 100% el sitio, no os va a defraudar.
Calidad/Precio de 10.
Miguel Angel Fernandez
+5
Comida excelente... ambiente inmejorable, relación calidad precio buenísima. No olvides pedir el tomate partio y el quemao de anís.
Tapas superbaratas y buenas. Algún clásico de la huerta. Un poco pequeño pero es que el sitio es así. Llegamos tarde y había cola, esperamos bastante tiempo pero parece que fue una situación excepcional. Sin dudarlo vuelvo
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