Buen menú mediodía. Teniendo en cuenta la zona en la que se encuentra, puedo decir que la relación calidad precio es correcta. El pero que le pongo es la excesiva rapidez del servicio, más interesados en que termines rápido que casi en disfrutar de la comida. En algunos momentos ni cabían los platos encima de la mesa. En 40 min estábamos ya con el datáfono encima de la mesa, sin pedir ni la cuenta. Detalle que nubla un poco la buena comida y calidad de ésta. Me gustaría probarlo en formato carta otro día y comparar el servicio.
Sitio fabuloso para disfrutar de una buena comida en un menú de mediodía a un precio excelente. Como pega, decir que entre los entrantes y el segundo estuvimos esperando un buen rato, en hora punta se nota que van a tope, pero volveré, merece la pena.
Cuidado a la hora de reservar porque tienen dos locales, puede confundir.
El restaurante ofrece una experiencia excepcional de comida tradicional catalana, destacando por la meticulosa preparación de sus platos y el uso de materias primas de altísima calidad, lo cual se evidencia en cada bocado. El equipo es simplemente fantástico, desde el atento maitre hasta el talentoso chef y los dedicados camareros/cocineros, todos contribuyen a crear un ambiente acogedor y una experiencia gastronómica inolvidable.
Fuimos por recomendación y pedimos el menú diario. Estaba todo muy bueno , especialmente las costillas, muy buen sabor y punto de la carne. La atención fue buena y el ambiente agradable. Es un local acogedor , y es necesario reservar para ir a comer entre semana.
Muy recomendable comer aquí si vas a pasar unos días por Barcelona.
Mi lugar favorito de Barcelona. Ya venimos tantas veces y el menú siempre inovador y delicioso. Precio justo y fijo, incluye entrada, plato principal y postre.
La comida es de muy buena calidad. Siempre que alguien nos viene a visitar en Barcelona los invitamos a comer allí.
Servicio también muy rápido y eficiente. 10/10.
Hay que hacer reservación. Lo recomiendo muchísimo.
Un restaurante pequeño pero muy acogedor que tiene tres servicios a hora de comer. Un menú excelente de muchísima calidad, el precio para lo que es la calidad de la comida es irrisorio. Esta en excelente ubicación y el personal es amable, rápido a la hora de servir pero sin descuidar la simpatía. Recomendado 100%!!!
La comida muy buena a excepción del costillar de cerdo que la salsa con soja es demasiado salada. El servicio un poco lento y en general el local es acogedor aunque pequeño.
Aconsejable reservar.
Conocido por su acogedor ambiente y su exquisita cocina que fusiona tradición y modernidad.
Este rincón gastronómico se distingue por su compromiso con la calidad, utilizando productos frescos y de temporada para crear platos que deleitan a cualquiera que los visite.
Can Boneta es el lugar perfecto para aquellos que buscan disfrutar de una experiencia culinaria auténtica y memorable en un entorno íntimo y acogedor.
Nos encantaron tantos su entrantes como sus platos principales.
Entrantes:
Los raviolis de gamba roja con ceps confitados, vinagreta de piñones y pistachos. 13.60€.
El Canelón de confit de pato y perigourdine con pera y salsa de ceps. 15.95€.
Salteado de setas de temporada al aroma de tomillo con daditos de foie. 14.65€.
Pan de coca con tomate. 2.95€.
Platos principales:
El costillar de cerdo Duroc en dos cocciones, salsa de soja y miel y berenjena. 16.15€.
Cibet de ciervo a baja temperatura con castaña, trufa y daditos de boniato. 16.40€.
De postres:
La torrija de Santa Teresa con toffee y helado de mascarpone e higos. 6.95€.
Chucho de crema con helado de ratafia. 5.80€.
Lo recomiendo al 100%, éxito asegurado.
Una grata sorpresa. Descubrimos este sitio buscando algo tradicional y que estuviera relativamente por el centro. Nos guiamos por la reseñas, y hemos de decir que nos gustó mucho. Tanto el menú como la carta de vinos son cortas y muy de temporada. La persona que nos atendió muy amable como crítica diría que las mesas podrían estar un pelín más separadas para no tener la sensación de estar apretados.
Asegúrate de reservar, porque tiene pocas mesas y todas llenas. Volveremos aprobar el cambio de temporada.
Un lugar acogedor que nos encantó por sus platos y donde Ricard nos hizo sentir como en casa con sus recomendaciones, explicaciones y buen humor. Tanto fue así que tuvimos que volver otro día para probar más platos de la carta. Obligatorios el gran canelón , el pulpo, el ravioli de gamba y el revuelto de setas. Los postres nos fascinaron, en especial el helado de aceite en mar de chocolate y sal, toda una explosión de sabores. Precio totalmente ajustado a la gran experiencia gastronómica de una carta que se renueva por cada estación. Volveremos algún día!
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