La calidad está muy bien, quizás un poco caro para la cantidad. Y lo que les baja también la puntuación son los postres: los fresones con nata industrial de bote.
La camarera muy atenta y agradable, además, después de pagar nos regaló una sandía enorme de por lo menos 8 kilos (producto de la huerta)
Un local en el que prima la atención personalizada y cariñosa de la pareja propietaria. Sencillamente encantadores. Y si a esto le añades una calidad excepcional en los platos variados que ofrecen, la elección es sencilla. No lo dudéis, variedad, precio, atención y calidad asegurada.
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