Fuimos mi pareja y yo con la duda de lo que nos podíamos encontrar. Tras haber leído varias reseñas de pocos días antes, muchas resultaban contradictorias, unas hablando alabanzas sobre el camping, y otras tremendamente negativas. Así que quisimos juzgar por nosotros mismos.
Se trata de un camping de montaña, ni más ni menos. Es decir, aquellas personas que gustan de los bulliciosos campings de playa, con piscina, juegos para niños, discoteca nocturna... abstenerse. Así que como nosotros somos gente de monte, la primera impresión fue muy buena. Es muy grande, con mucho espacio para mantener cierta distancia con tus vecinos, y muy frondoso con lo cual las sombras están aseguradas.
Los servicios, duchas, etc, precisan de cierto mantenimiento, eso es verdad. Casilda, la encargada del camping, nos explicó que las instalaciones pertenecen a la Diputación de Huesca y que ella y su pareja tienen la concesión. Pero al parecer, la Diputación no entregó las instalaciones en correcto estado de funcionamiento, y eso se nota. Se genera esa sensación de que es necesario hacer mantenimiento. Pero claro, es como si alquilas un piso y el dueño te lo ha entregado con fallos en la instalación de agua, en la fontanería, etc... y no te lo quiere solucionar; como inquilino te sientes engañado y no te resulta sencillo solucionarlo. Pero en cualquier caso, no tuvimos ningún problema con las duchas, el agua caliente, los servicios, etc. Funcionaban lo suficientemente bien como para estar a gusto.
Tiene un magnífico restaurante en el que pudimos probar las cenas que la verdad es que eran de calidad y abundantes. La primera noche sucedió que cuando fuimos a cenar el restaurante estaba hasta los topes. Había caído una gran tormenta y ya se sabe que en esos casos la gente prefiere olvidarse de los hornillos junto a la caravana y se van al restaurante... Eso unido a que uno de los camareros había sufrido un accidente ese mismo día, hizo que el restaurante se viera desbordado. A pesar de eso, Casilda no perdió un ningún momento la sonrisa y haciendo una maratón de un lado para otro, nos ofreció un trato exquisito. Es una persona de una amabilidad extraordinaria. Al final de la cena, todo eran disculpas por el tiempo que tuvimos que esperar, y hasta nos hizo un generoso descuento. Un encanto de persona. Las siguientes dos cenas ya no hubo la masificación del primer día, y todo fluyó con normalidad.
Lo que vimos claro es que para que un camping de estas características funcione bien, es necesaria la colaboración de los que nos hospedamos en él. Es decir, si no hacemos algo tan simple como comportamos con civismo, por ejemplo preocupándonos por no dejar basura por allá por donde pasemos, mantener el camping en condiciones resultaría imposible. Por el precio que se paga (2 personas y furgoneta por 23€ la noche) no puedes esperar tener a alguien detrás tuyo limpiando tus desechos. Es un camping de montaña, como he mencionado al principio, y hay que tener con él el mismo cuidado que debemos tener cuando paseamos por la naturaleza. Pero claro, sólo que se metan en el camping media docena de "domingueros" cada día, ya la tienes liada...
En fin, que intentando resumir, un lugar muy bonito para pasar unos días aislado del bullicio cotidiano, apagar el móvil, disfrutar de la naturaleza y olvidarse de los malos rollos y la mala leche del día a día, y sacar la mejor de nuestras versiones para no estar sacando defectos a cada paso... Y con la ventaja de saber que Casilda y los demás trabajadores te van a intentar hacer sentir como si estuvieras en tu casa.
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